Participación ciudadana y acceso al conocimiento
La relación entre participación ciudadana y acceso al conocimiento es un aspecto que ha ido variando con el paso del tiempo. Hablamos hoy día de una “sociedad del conocimiento” en la que ciertas barreras para llegar al conocimiento se han derribado. Si bien el problema hace unas décadas era que la ciudadanía necesitaba de intermediarios, en la mayoría de los casos, para acceder al conocimiento; hoy día nos encontramos que el acceso es directo e incluso bidireccional. Por ello, el problema no es de acceso sino de selección. Es tal la cantidad de material a disposición del público que es difícil discernir lo que es válido y fiable de lo que no. El argumento de autoridad no debe ser un criterio para que la sociedad se fíe de ciertos contenidos y de otros no. La alfabetización es más que necesaria para que la ciudadanía sepa diferenciar las fuentes. Sin esa formación las personas son vulnerables a la desinformación, los bulos y noticias falsas, lo que va en contra de esa inteligencia colectiva de la que habla Innerarity (2019).
Sin embargo, no debemos caer en el simplismo de que la web 2.0 abre el conocimiento sin más. El acceso no es igual para toda la ciudadanía y los medios de comunicación siguen siendo actores fundamentales en este acceso al conocimiento. La atención sobre el contenido de los medios influye en el interés y el conocimiento de los temas, como señala Rojas (2006). La exposición a los medios ayuda al conocimiento, pero para tener una actitud formada es necesario la atención a esos medios. Por lo tanto, no sólo hay que estar expuesto a la información, sino que la ciudadanía debe ser activa hacia ese conocimiento.
Un aspecto interesante en ese acceso al conocimiento se relaciona con esa bidireccionalidad que mencionaba anteriormente. El conocimiento ya no se debe generar para la ciudadanía, sino que se genera con la ciudadanía. No es una élite intelectual la que debe dictar lo que hay que saber. Los nuevos modelos de acceso a la (in)formación abogan por la participación de todos los que participan en el proceso. Un ejemplo paradigmático es el de la Investigación e Innovación Responsable que promueve la Comisión Europea (2015) en las investigaciones que financia. En ese modelo, uno de los aspectos principales es el compromiso público (“public engagement”) no sólo en la comunicación sino también en el diseño de la investigación. Se debe involucrar al público en actividades participativas a través de distintas metodologías según las características de cada investigación.
Dentro de este compromiso público hay tres elementos que deben ser tenidos en cuenta para una democratización del proceso de acceso al conocimiento (Rowe y Frewer, 2005): la comunicación pública, la consulta pública y la participación pública. Cada uno de estos elementos tiene sus propios mecanismos, para que, según el caso, se logre un compromiso público adecuado y amplio.
En definitiva, nos encontramos ante un cambio en el modelo de acceso a la información, pero con diversos retos y estrategias para lograr un proceso igualitario, constructivista, democrático y multidireccional.
Referencias:
Comisión Europea (2014). Responsible research and innovation — Europe’s ability to respond to societal challenges. https://ec.europa.eu/research/swafs/pdf/pub_rri/KI0214595ENC.pdf
Innerarity, D. (30 de septiembre de 2019) La inteligencia de la democracia. El País. Recuperado de http://www.elpais.com
Rojas, H. (2006). Comunicación, participación y democracia. Universitas Humanística, 62, 109-142.
Rowe, G. y Frewer, L. J. (2005). A typology of public engagement mechanisms. Science, technology & human values, 30(2), 251-290.